Mamá: ¿Por qué este año no puedo ir al campamento?
Todos sabemos que la crisis económica es mucho más que las cifras que nos muestran a diario en las noticias. Escuchaba esta semana que actualmente hay en España 1,8 millones de hogares con todos sus miembros en paro. Terrible. Pero en este post me quiero centrar en un aspecto derivado de la crisis, un problema que está a la orden del día y que ha cobrado relevancia en los últimos años:
¿Cómo explicar esta situación a los niños con absoluto realismo, conseguir que entiendan e interioricen lo que ocurre, pero protegiéndoles al mismo tiempo, sin herir su sensibilidad y su incipiente desarrollo personal todavía tan “tiernos”? ¿Cómo les comunicamos que les vamos a cambiar de colegio, en el que tan bien se encuentran, que van a tener que dejar las clases de música o de tenis, que este año no vamos a ir de vacaciones o que no les vamos a enviar a su campamento de verano favorito que con tanta ilusión esperan cada año?
Son cuestiones más complejas de explicar adecuadamente de lo que a priori pueda parecer y es importante contar con recursos que permitan que el niño entienda y asuma la nueva situación con naturalidad, lo cual no significa que le agrade, sino sin que su estado emocional se vea afectado. Voy a plantear algunas herramientas para gestionar estas situaciones.
En primer lugar hay que tener muy en cuenta que, en buena medida, los niños perciben lo que sucede en su entorno a través de los ojos de los padres. Quiero con ello decir que si uno de los padres (o ambos) se niega a reconocer la nueva situación que la crisis económica y laboral conlleva para la familia o le cuesta mucho hacerlo, el niño se sentirá desconcertado incluso aunque se le haya explicado todo convenientemente. Esto sucede cuando, por ejemplo, los padres “maquillan” la situación ante amigos, conocidos o familiares; el niño recibirá entonces mensajes contradictorios y se sentirá desconcertado, inseguro, incluso puede que ansioso.
Es especialmente a partir de los 6 años cuando los niños comienzan a ser más conscientes de todo lo que sucede a su alrededor. ¿Cómo afrontar entonces estas situaciones? Aquí va un pequeño decálogo:
- Explicar al niño la situación con sinceridad, pero sin alarmismos. En edades tan tempranas (al menos hasta los 12 años) la fuente principal de fortaleza y seguridad en los niños son sus padres. Ellos son el epicentro sólido a partir del cual se construye lo demás en su vida, y si el niño percibe temor, angustia o inseguridad en los padres su equilibrio emocional se va a ver alterado, puede incluso que gravemente. Por tanto, sin mentir, pero hay que facilitarles la información de forma medida y prudente y siempre empleando las palabras e ideas adecuadas.
- Transmitido lo anterior al niño, es importante reforzar su confianza. Ello reside básicamente en transmitirle la idea de que va a seguir protegido, de que nada verdaderamente grave le va a suceder y de que más pronto o más tarde irán saliendo de la actual situación.
- Proponer alternativas y resaltar las cosas positivas de los cambios que les vayan a afectar de forma directa. Por ejemplo, si van a sufrir un cambio de colegio, destacar los aspectos positivos del nuevo colegio (quizá esté más cerca de casa y no sea necesario acudir en autobús, los nuevos amigos que van a conocer, actividades lúdicas o deportivas que se fomentan en el nuevo colegio…). O si este año no vamos a poder ir fuera de vacaciones, propongamos alternativas ilusionantes para la familia: recorrer juntos el centro de la ciudad, sus museos y rincones más especiales, hacer excursiones al campo, pasear en bici…
- Reubicar nuestras prioridades y hacer partícipe a toda la familia, también a los niños. Es muy importante que los niños sepan valorar lo que tienen en cada momento, independientemente de la situación económica familiar. El dinero va y viene. Lo importante es saber estar satisfecho y feliz con lo que uno tiene. Esto es algo que debe aprenderse desde pequeño, y os puedo asegurar que muchos niños y adolescentes tienen carencias en este sentido. Eso sólo conduce a una frustración e insatisfacción que puede llegar a anidar permanentemente en la persona. Si nuestras prioridades para ser felices están claras, aunque a veces debamos renunciar a otras cosas nuestra vida seguirá en armonía, en equilibrio. Y si la actitud de los padres va en este sentido el niño lo aprende y lo interioriza para toda la vida.
- Involucrar a los niños en la economía familiar. A su manera, los niños pueden aportar ideas para ahorrar y para mejorar la situación familiar. Lo de menos es que estas ideas sean más o menos realistas. Lo importante es que los niños se sientan implicados, útiles y que contribuyen al sostenimiento de la unidad familiar, por lo que su autoestima se verá reforzada. Y además adquirirán una cultura de gestión responsable del hogar que les acompañará en el futuro.
- Evitar discusiones por cuestiones económicas delante de los niños. A veces, esta situación es inevitable entre los adultos, en ocasiones incluso como mecanismo para liberar la tensión y el nerviosismo que nos invade interiormente, pero es importante que estas discusiones sólo se produzcan cuando los niños no estén delante. De otro modo, podría generarles inseguridad, ansiedad, y echar por tierra el trabajo que estamos haciendo con ellos.
- Transmitir una cultura de lucha y de esfuerzo, abierta a la esperanza, por lo que con el tiempo la situación actual mejorará sin duda. Este mensaje será una bocanada de aire fresco para el niño, que asumirá que la situación que están viviendo es pasajera y que sus padres están luchando para revertirla. Si uno de los padres (o ambos) está en situación de desempleo, el niño debe saber y conocer hasta cierto punto las acciones que está llevando a cabo para encontrar un nuevo trabajo y recuperar así una situación de mayor normalidad, más deseable.
- La actitud lo es todo. No olvidemos que los niños son esponjas. En la medida que afrontemos la situación y en base a los comportamientos que reflejemos, el niño mantendrá e incluso reforzará su equilibrio emocional, o por el contrario albergará temores, contradicciones y mermará su autoestima.
Si por desgracia te encuentras en una situación similar a la descrita en este artículo, sobre todo mucho ánimo y esperanza. Sé que a veces es difícil (es mucho más sencillo decirlo que hacerlo), pero no decaigas. Tu firmeza y seguridad serán la de tus hijos, especialmente de los más pequeños. Y si necesitas ayuda profesional –en los últimos años cada vez más padres han acudido a consultas profesionales para que les orienten en este tema– quedo a tu disposición en nuestro Centro de Psicología en Valencia y también via online (asesoramiento y terapia online).
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