Tratamiento Psicológico de la Obesidad Infantil

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Obesidad infantil

El sobrepeso y la obesidad no son más que un exceso de grasa acumulado en el organismo. Sin embargo, definir el grado de sobrepeso es algo más controvertido de lo que a primera vista puede parecer. No se debe olvidar que en una cultura en la que el exceso de peso es muy raro, una persona occidental con un peso normal, se la calificaría como una persona “gorda”. Y de hecho, la curva normal de distribución del peso en el mundo occidental se ha ido desplazando, durante las últimas décadas, hacía cifras cada vez mayores.

Evaluación de la obesidad infantil

En este contexto, una de las estrategias más adecuadas para evaluar el exceso de peso, es el conocido índice de masa corporal (IMC). Este índice pone en relación los kilos con la altura de la persona y permite establecer un pronóstico válido de los riesgos para la salud a los que están expuestos las personas. El IMC sirve como un criterio de comparación estable a partir de los dieciocho años de edad y a lo largo de la vida del adulto. Permite establecer un rango de normalidad del peso dentro del cual la salud, en principio, no está comprometida y permite obviar, en cierta medida, la obsesión del llamado peso ideal.

Fórmula para el cálculo del IMC:

Índice de Masa Corporal = Peso en Kg. / (Altura en m.)2

1. El Índice de Masa Corporal en la infancia

Sin embargo, el IMC sufre importantes cambios a lo largo de la infancia y la adolescencia. Asciende rápidamente a lo largo del primer año de vida, posteriormente desciende hasta la época del rebrote adiposo a partir de los 5 ó 6 años, a partir del cual vuelve a aumentar hasta la pubertad. Para solventar estas variaciones del índice, se ha desarrollado un baremo específico para evaluar el IMC hasta los dieciocho años. En él se establece los valores del IMC que, en función sexo y la edad, determinarían el sobrepeso y la obesidad a lo largo de estos años de la vida.

2. Gasto energético en la infancia

Otro aspecto muy importante en la evaluación del sobrepeso infantil es el cálculo del gasto energético. Este posibilitará establecer un programa alimentario que cubra con suficiencia las necesidades calóricas del niño, que le permita mantenerse en su peso o, en su caso, perder algunos kilos.

El conocimiento del gasto calórico es un elemento importante para proporcionar al niño una alimentación ajustada a sus necesidades metabólicas. Con la edad, se produce un aumento de la actividad física hasta los 10-13 años; a partir de entonces, disminuye su práctica.

Estadísticas de la obesidad infantil

El sobrepeso y la obesidad infantil constituyen un problema en el mundo desarrollado y en los países emergentes, con importantes implicaciones sociales, psicológicas y sanitarias. Su crecimiento ha sido vertiginoso a lo largo de las tres últimas décadas y por ello su prevalencia ha alcanzado una altura inesperada. En España, de acuerdo a los resultados del estudio Enkid, se calcula que la suma de la prevalencia infanto-juvenil del sobrepeso y la obesidad se situaría en el 26,3%. Las consecuencias negativas de esta situación se harán más evidentes dentro de unas décadas, cuando en torno a un 70% de los niños que hoy tienen algún grado de sobrepeso lleguen a ser adultos obesos.

Consecuencias de la obesidad infantil

Esta rápida evolución del sobrepeso descarta la posibilidad de cualquier explicación en términos genéticos y subraya la importancia de las condiciones actuales de vida como determinantes del problema.

Consecuencias físicas

Entre las consecuencias para la salud de la obesidad infantil, destacar los sorprendentes casos de diabetes tipo II no insulino-dependiente, trastorno que hasta la fecha había sido extremadamente raro en la infancia. Así mismo, los problemas del colesterol elevado ya no son exclusivos de las edades adultas. Por su parte, las consecuencias psicológicas de la obesidad en la infancia, nada tienen que ver con la imagen del gordito feliz.

Consecuencias psicológicas

Por el contrario, los niños, y sobretodo las niñas, con sobrepeso suelen mostrar, insatisfacción corporal, afectación de su autoestima y son, en algunos casos, las candidatas ideales a comportamientos alimentarios inadecuados como el ayuno o el atracón. No se debe olvidar que el estereotipo de la obesidad en nuestra cultura es el de falta de éxito, de popularidad, de atractivo, de incapacidad para controlarse durante la ingesta y de pereza.

Causas de la obesidad infantil

Generalmente, cuando se plantean las causas de la obesidad infantil se pone el énfasis en un elemento: la alimentación.

Sin embargo, siendo este factor un elemento importantísimo, no se deberían obviar otros hábitos no estrictamente alimentarios que configuran lo que se podría denominar el estilo de vida obesógenico de la infancia y que, a la postre, es el determinante de la actual epidemia de sobrepeso. En el siguiente link (causas de la obesidad infantil), se detallan estos hábitos y las interacciones que se dan entre ellos, puesto que se ha observado que algunos de esos hábitos sólo llevan al sobrepeso si se dan en conjunción con otros.

Tratamiento psicológico de la obesidad infantil

En el apartado referente a las causas de la obesidad infantil, hemos presentado la relación de los principales hábitos que se encuentran en la base de los problemas de exceso de peso infantil.

Sobre todos ellos  se puede intervenir con objeto de modificarlos en favor de otros hábitos más saludables. La tarea no siempre es fácil ni sencilla, especialmente cuando se pretenden instaurar hábitos y costumbres contrarios a los que se proponen desde otros elementos de influencia tan seductores como la televisión, el cine, el grupo de amigos o la publicidad de la industria alimentaria.

En nuestro centro de psicología, consideramos que, en el tratamiento psicológico de la obesidad infantil, es imprescindible prestar una especial atención, no sólo a los hábitos alimentarios, sino también a los estados emocionales del niño obeso o con sobrepeso.

Los estados emocionales tienen un efecto muy importante sobre la ingesta de alimentos. La mayor parte de las personas, y también los niños, cuando están bajo el efecto de estados tales como ansiedad, depresión o, incluso el aburrimiento, tienden a comer más y, a veces, descontroladamente. Si ese comportamiento se transforma en un hábito puede contribuir de un modo importante al incremento de peso. Los alimentos, especialmente los ricos en calorías, grasas, azúcares se hacen así más reforzantes, al reducir la actividad del eje hipotalámico-hipofisariosuprarrenal activado ante una situación de estrés crónico. Es decir, se hacen más deseables porque después de su ingesta los niños consiguen un alivio de la tensión emocional y del estado de ánimo, aunque sea a muy corto plazo. Uno de los alimentos más característicos que provoca este efecto es el chocolate.

El recurrir a la ingesta como modo de manejo del malestar emocional sitúa a los niños dentro de un círculo vicioso del que luego resulta difícil escapar. La ingesta alimentaria puede ser una respuesta exitosa de afrontamiento emocional a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo, puede llegar a convertirse en un hábito disfuncional para el control de los estados disfóricos que facilite la ganancia de peso a largo plazo.

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