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El miedo a la muerte es un miedo frecuente entre los niños y puede manifestarse como una ansiedad intensa a la separación, una incapacidad para irse a dormir o bien en que habla continuamente de la muerte. La reacción de los niños ante la muerte difiere de la reacción de los adultos y también es distinta en función de la edad del niño. Veámoslo: Los niños de dos a seis años. Los niños de estas edades no tienen todavía desarrollados los conceptos de tiempo y de muerte. Para ellos, la muerte es un proceso reversible: piensan que la persona fallecida volverá más tarde. En torno a los cinco años, es normal que empiecen a hacer preguntas sobre la muerte, aunque no se haya producido el fallecimiento de ningún familiar, sino por haberlo visto en los dibujos animados, por la muerte de alguna mascota que conoce o porque algún amiguito lo ha comentado en el colegio.
Los niños de seis a ocho años. En este momento, los niños empiezan a entender que la muerte es irreversible, pero en su cabeza está el pensamiento de que no afecta a todo el mundo o, por lo menos, que no le afectará a él. Asocian la muerte con un acto violento y por eso, cuando se les comunica que alguien ha muerto, preguntan quién lo ha matado.
Los niños de ocho a doce años. En esta etapa, los niños entienden el ciclo de la vida y descubren que todo el mundo muere, que es un proceso irreversible y que ellos también morirán llegado el momento.
Tener en cuenta esta información es fundamental para conocer hasta dónde debemos explicar al niño sobre la muerte, en función de su edad y nivel de maduración. Cuando el miedo a la muerte no sigue su curso evolutivo normal, es aconsejable buscar ayuda psicológica. Por otro lado, conviene tener en cuenta que el miedo a la muerte en niños puede acentuarse cuando se enfrentan, por primera vez, a la muerte de un ser querido. Debido a la naturaleza del ciclo vital, lo más frecuente es que los niños, en algún momento, tengan que enfrentarse al fallecimiento de uno de sus abuelos y que ésta sea su primera aproximación a la muerte. Sin embargo, cuando la persona fallecida es el padre, la madre o un hermano, el impacto emocional es mucho mayor. Conviene buscar estrategias que ayuden al niño a aceptar la circunstancia y a elaborar su duelo para hablar de lo que siente y evitar así desajustes emocionales que pueden mantenerse en la madurez. Si desea ponerse en contacto con nosotros, puede hacerlo en horario de 9 a 21 de lunes a viernes a través del teléfono 960 800 108 y las 24 horas del día a través de nuestro formulario de contacto.
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