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"No sólo no voy a recoger la mesa sino que me voy a quedar mirando a ver cómo lo haces tú, que esa es tu obligación y para eso me has parido", dice un niño de 11 años a su madre.
Los datos hablan por sí solos. Desde 2007, más de 17.000 menores, mayores de 14 años, han sido procesados en España por agredir física o psicológicamente a sus progenitores. Sólo en 2014, 7.500 menores fueron juzgados por esta causa y sólo se denuncia uno de ocho casos.
¿Qué entendemos por niños tiranos?
Niños caprichosos, desobedientes y desafiantes con escasa responsabilidad hacia los castigos y con poca o nula capacidad de culpa.
Los niños tiranos son los que no aceptan las frustraciones y, cuando se les antoja una cosa, la quieren en el momento, sin importarles el daño que ocasionen a los demás. Hacen de su capa un sayo e imponen en el hogar su propia ley.
Esta actitud tirana se traduce en conductas como las siguientes:
¿Cuáles son las causas de este problema?
Los padres que han sido demasiado laxos e la aplicación de límites o, por el contrario, demasiado estrictos, pueden encontrarse con un pequeño tirano en casa.
Cuando los niños no han conocido ni hábitos ni normas antes de los cuatro años, aumentan las probabilidades de que se convierta en un déspota. Y lo mismo ocurre si se da la situación contraria, es decir, en hogares en los que hay exceso de castigos y falta de refuerzos.
El miedo a la reacción de los niños, el temor a los lloros y el deseo de evitar a toda costa que monten un espectáculo en público suelen ser algunas de las dificultades que tienen los padres a la hora de poner límites a los niños.
¿Qué podemos hacer en estos casos?
Los niños no nacen sabiendo lo que pueden y lo que no pueden hacer. Lo aprenden gracias a la ayuda de los padres, profesores, cuidadores y adultos que les rodean y esto les proporciona protección y seguridad.
En aquellos casos en los que la situación deviene insostenible y es imposible mantener una convivencia en armonía, recomendamos recibir ayuda profesional para restaurar las normas y límites y recuperar el equilibrio en la familia.
En estos años de experiencia, hemos aprendido que los niños tiranos también lloran, que quieren querer a sus padres, pero que hace falta reeducarles de nuevo, darles una salida. Por ello, es fundamental trabajar no sólo con los hijos, sino también con los padres, y que éstos logren formar una piña indisoluble con una pauta educativa común.
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