Diferentes reacciones ante los problemas sexuales

¿Cómo solemos vivir las dificultades y sinsabores de los problemas sexuales?

Éstas son las reacciones más habituales:

1. Responsabilizar al exterior de las propias dificultades sexuales (a la educación, a los padres, al pasado... ), en lugar de asumir lo que en ellas hayamos generado, sin culpabilizarnos, ni juzgarnos ni justificarnos.

2. Usar los problemas sexuales como arma de dominación en la relación. La sexualidad, su poder de atracción y también sus dificultades son usadas a menudo como moneda de cambio, arma de persuasión o como el gran vertedero en el que expresar las frustraciones y las expectativas no cubiertas de la propia vida y de la relación.

3. Otra reacción, posiblemente la más frecuente, es la de autoflagelarse, acomplejándose y disminuyendo la valoración personal.

Las personas suelen avergonzarse, deprimirse, enfadarse, humillarse, culpabilizarse:

• Medio hombre, si el problema es de erección.

• Media mujer, si no hay orgasmo vaginal.

• Estrecha, para la que no le apetece.

• Soso, a quien le cuesta tomar la iniciativa o pasar a la acción, etc.

Estos adjetivos son un buen ejemplo de autoflagelación, nos bloquean emocionalmente, empujándonos a avergonzarnos de nosotros mismos y a ocultar nuestras debilidades sexuales.

4. Otra reacción habitual es olvidar nuestra capacidad de observación, confundiéndonos con el problema y añadirle sufrimiento, lo cual impide guardar la distancia adecuada respeto al problema en cuestión. Las personas se preocupan entonces por sus problemas en lugar de pasar a la acción y ocuparse de ellos.

Utilizando un símil entre un problema y un cuadro, si nos alejamos o acercamos demasiado al lienzo no será posible observarlo desde todas sus perspectivas y ángulos.

Ante un conflicto sexual podemos dramatizar y victimizarnos, culpabilizarnos, obsesionarnos, intentar evadirlo, fingir que el problema no existe evitando los contactos sexuales,...

Y también podemos reaccionar eligiendo estar más unidos a la persona con quien compartimos la dificultad, tratándonos mejor, informarnos... Podemos plantarle cara al conflicto y, en lugar de rendirnos, aceptarlo y contemplarlo como un desafío, un aliciente y una invitación para aprender recursos propios e insospechados.

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