La pena

La pena o la pesadumbre es la reacción natural ante una pérdida y constituye una emoción que, para llegar a resolverla, exige que apliquemos a fondo la imaginación. Vamos por la vida y perdemos cosas: aspecto físico, juventud, padres, amigos, empleos, posibilidades, movilidad, amor y, al final, la vida misma.
Para reconciliarnos con estas pérdidas, las lamentamos hasta que estamos preparados para dejarlas a un lado.
La pena es la puerta que va de un estado a otro y es esencial para el cambio y el desarrollo. No resulta muy cómoda, pero es precisamente esta incomodidad lo necesario para obligarnos a continuar. Si fuese demasiado fácil, nos quedaríamos empantanados. El objetivo de la pena consiste en lograr una integración a un nivel más elevado de aquel en que nos encontrábamos antes de perder la cosa cuya pérdida nos aflige. Lo que tememos, al sentir pena, es que tras haber perdido algo nos quedemos para siempre disminuidos. Ahí es donde interviene la imaginación. Podemos, es cierto, haber sufrido una pérdida física y hasta económica, pero podemos habernos enriquecido emocionalmente y quizás espiritualmente. Imaginar el nuevo estado nos da fuerzas para entrar en él.
Veámoslo con un ejemplo:
Si me despiden de mi empleo, deberé pasar por el proceso de sentir que he perdido algo muy valioso. Puedo haber perdido posición, el coche de empresa, seguridad económica, un lugar al que ir durante el día, el sentimiento de ser necesario. Son cosas importantes y sería sorprendente si no sintiera algo al perderlas. Si puedo atravesar esta circunstancia honestamente y experimentar la pena, conseguiré dejarlo de lado.
Un año más tarde, cuando haya establecido el negocio que siempre deseé tener el valor de emprender, quizá pueda decir que el despido fue lo mejor que nunca me sucedió. Me obligó a cambiar y a encontrar algo mejor. Si en cambio no he aprendido a experimentar la pena y a superarla, me aferraré, tal vez desesperadamente, al pasado, y perderé todo lo bueno del presente.
Tres posibilidades de reaccionar ante la pena
La pena es como un túnel oscuro por el que debemos pasar para volver a ver la luz del sol. En la entrada del túnel, tenemos tres posibilidades:
- Negar que ha habido una pérdida.
- Reconocer que ha habido una pérdida, pero negar su importancia para nosotros.
- Aceptar la pérdida y enfrentarnos a la pena que causa.
Si optamos por la tercera posibilidad, entramos en el túnel. Una vez dentro, por muy oscuro que nos aparezca, suele haber un destello de luz en alguna parte. En la otra orilla del río se encuentra la posibilidad de integrar la pérdida sufrida. Cuando esto ocurre, realmente habremos entrado en un nuevo estado, más allá de la pena.
¿Deseas contactar con nosotros para superar la pena y recuperar el equilibrio emocional? No dudes en contactar con nosotros para comenzar la terapia cuanto antes: ¡te ayudamos! Y no lo olvides, en nuestra página de Facebook publicamos constantemente artículos y noticias sobre la actualidad psicológica… ¡Únete!