Me Preocupo demasiado: ¿qué puedo hacer?

Me preocupo demasiado, te repites una y otra ves. Y también te lo dicen quienes te conocen: vives preocupado. En Psicología, la preocupación excesiva y por todo se denomina ansiedad generalizada y si le damos alas puede transformarse en ideas obsesivas circulares y recurrentes.
Para muchas personas la vida se parece a una corriente continua de preocupaciones y pensamientos penosos que les distrae de las alegrías, que también las hay. No podía faltar en este blog un post sobre las preocupaciones. La preocupación excesiva y la ansiedad consiguiente son un motivo muy frecuente de consulta en nuestro labor diaria como psicólogos, en Valencia y también online.
En este post, entiendo por preocupación el pensar reiteradamente en un problema inmediato, o futuro, de una manera que no conduce a la solución. La preocupación es improductiva por definición y para las personas que las sufren constantemente parecen tener vida propia.
En cierto sentido, estas personas piensan demasiado. Les resulta casi imposible interrumpir el flujo de la observación, análisis y reflexión:
- “Mi mente es una máquina de preocupaciones”, decía María, una paciente.
- “A veces le doy vueltas y más vueltas a todos los aspectos posibles de un problema y me digo: ¡Basta ya! e intento pensar en algo más agradable. Pero al cabo de unos minutos, mi mente vuelve a las preocupaciones. Preocuparme es algo tan automático como respirar, algo que mi mente hace constantemente pase lo que pase”, decía otro paciente.
Casi todas las personas tienen preocupaciones, al menos ocasionalmente, y esto es normal. Si un hijo tiene una enfermedad grave, por ejemplo, o si un incidente internacional proyecta sobre la humanidad el fantasma de la guerra nuclear, le preocupación es una respuestas adecuada, aunque se comprenda que no afecta el resultado. Pero hay personas, como las personas obsesivas, que se preocupan constantemente.
El engañoso encanto de la preocupación
La tendencia a la preocupación suele ser un componente central del amor propio de las personas preocupadas, íntimamente ligado a otras buenas cualidades, Muchas personas asocian la preocupación con la idea de ser una persona seria y escrupulosa y, a cierto nivel, consideran irresponsables a las personas despreocupadas.
En segundo lugar, probablemente les parezca que preocuparse les otorga cierto control sobre el objeto de su preocupación, preparándolos mejor para un desenlace afortunado. Tal vez les ayuda a descubrir, piensan, la respuesta preventiva que podrían adoptar. Preocuparse puede ser una forma de “prepararse para resistir” desgracias diversas, por ejemplo, desde un rechazo amoroso hasta un accidente de tráfico.
El precio de Me preocupo demasiado
La preocupación contiene pocas virtudes. Una vez que ha sucedido algo malo, cavilar sobre lo mismo sólo sirve para prolongar el dolor. Si lo que se teme que suceda no acontece se habrá sufrido innecesariamente. Y si la desgracia ocurre, será tan irritante y avasalladora como lo hubiera sido si se hubiera dedicado más tiempo a la diversión y menos a las preocupaciones.
Las preocupaciones son un intento de intercambiar el sufrimiento por la leve esperanza de sentirse menos afectado si acontece lo temido.
Las preocupaciones son improductivas por definición, malgastan tiempo y energía. Por un lado, las preocupaciones tienen un coste físico. Suelen provocar insomnio y algunos médicos creen que los sentimientos de tensión y ansiedad que las acompañan pueden desencadenar o agudizar otros problemas, como problemas cardíacos o úlceras. Además producen agotamiento mental y disminución de la energía intelectual, y roban tiempo a la diversión y al esparcimiento. Si bien no son actividades físicas, la preocupación y la cavilación son agotadoras.
Por otro lado, lo peor de las preocupaciones es el insensato sufrimiento emocional que infligen. Las personas siempre preocupadas no pueden disfrutar de muchos aspectos agradables de la vida a causa de este hábito. No viven los momentos agradables plenamente – la compañía de la familia y los amigos, la música, la risa – abrumados por el peso de sus oprimentes pensamientos.
Cómo suprimir las preocupaciones: ¿Cuál es la solución?
Si se racionaliza el hábito de la preocupación echándole la culpa a los acontecimientos – este o aquel problema profesional, una crisis económica o un disgusto personal- debe uno darse cuenta de que está engañándose. Tan pronto un problema haya sido superado, habrá otra cosa de la que preocuparse. No importa lo que se gane, y aunque la salud sea buena y la pareja feliz, uno siempre se sentirá desdichado, No son los acontecimientos los que causan la desdicha; el problema es interior y autogenerado. Y la solución llegará sólo cuando se tomen medidas para modificarlo.
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Virtual server -
Si decido postergar la preocupación unas semanas, podre estar tranquila durante mas tiempo hasta que llegue la hora de preocuparse. Todo está en fijar el momento para que la preocupación no se adueñe de mas tiempo de la cuenta .
Alicia López de Fez -
Buena estrategia Virtual Server. Si la has puesto en práctica, habrás visto que es muy ¡efectiva!
Muchas gracias por tu comentario,
Un cordial saludo,
Alicia López de Fez
Directora Centro
Valencia, España
Marta -
Este artículo es soberbio. Totalmente acertado y reconocida en él
Alicia López de Fez -
¡Muchas gracias Marta! Me alegra saber que te ha resultado interesante el artículo.
Un cordial saludo,
Alicia López De Fez
Psicóloga en Valencia (España)