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La adolescencia es, de por sí, una edad de descontrol, dentro de unos límites, y tiene que ser así hasta llegar a la edad adulta, donde nuevamente habrá que ordenarse y tomar decisiones.
Hemos atravesado una época en la que la mayoría de los adolescentes que acudían a la consulta para las sesiones de terapia, presentaban una baja autoestima. Sin embargo, aunque éste sigue siendo un problema frecuente, me atrevería a plantear que, actualmente, existe también un severo problema de autocontrol en algunos jóvenes cuya raíz reside en un exceso de autoestima (o autoestima negativa, como la denominan algunos autores) y, en estos casos, es ahí donde debe incidir el tratamiento psicológico.
El exceso de autoestima convierte a los adolescentes en omnipotentes, narcisistas y, sobre todo, muy poco tolerantes a la frustración, pero no por tener una baja autoestima, sino más bien porque sus impulsos no son satisfechos al momento y, por tanto, nada de lo que no esté de acuerdo con sus deseos o impulsos se puede negociar.
Es importante trabajar esta falta de autocontrol en los adolescentes, que es la edad de los impulsos y de los cambios hormonales. De este trabajo, dependerá su capacidad de autocontrol, ya sea en los hábitos de alimentación, en los comportamientos agresivos, en las adicciones en general y en el buen uso del ocio y del tiempo libre.
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