La adolescencia es un período de la vida en el que la confusión es el aspecto dominante. Se produce una ruptura con el mundo infantil y los adolescentes inician nuevas relaciones con los padres y con el mundo en general. Además, los cambios físicos característicos de esta etapa tienen que integrarse de forma natural en su vida, facilitando así la aceptación de su nueva imagen corporal. No todos los adolescentes viven estos cambios de la misma manera. Lo que sí está claro es que no se trata de una época fácil, ni para los adolescentes ni para los padres.
Son las relaciones familiares, las relaciones padres-hijos, las que más se resienten en esta época. La búsqueda de independencia por parte de los adolescentes suele entrar en conflicto con las normas que los padres establecen y los adolescentes se rebelan. Es importante que los padres sepan mantener la calma, aprendan a no ponerse a la altura de los adolescentes en las discusiones y tengan claro que no van a perder a su hij@ si son capaces de superar esta etapa con serenidad, aceptando los cambios y manteniendo un diálogo afectuoso con los hijos.
Todos estos cambios requieren esfuerzos por ambas partes. Por un lado, los padres tienen un camino por recorrer hasta aceptar que su hijo adolescente ya no es un bebé. Por otro lado, los adolescentes tienen que dar muestras de sentido común, de que están madurando y que saben pensar por ellos mismos. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, esto no siempre se consigue en solitario y se requiere orientación y apoyo profesional, tanto para los padres como para los hijos. Las orientaciones que los psicologos para adolescentes ofrecemos son generalmente bien recibidas por los padres, que se sienten algo perdidos y desconcertados y por los adolescentes, confundidos e incomprendidos, que encuentran en los psicologos un apoyo para restablecer la sintonía en el diálogo con sus padres.
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